
Monólogo: «Aprendiz de cicatriz»
De una rodilla rota a la traducción médica.
Josu Basterra Gilabert
9/4/20251 min read
(contexto: hice el monólogo con una muleta en la mano)
Esto no es una muleta.
Bueno, sí lo es. Pero también es una profesora.
Una que no habla… pero enseña.
Y vaya si enseña.
Con 18 años me rompí el ligamento cruzado anterior y el menisco.
Los médicos me dijeron: «en seis meses estás como nuevo».
Spoiler: tardé tres años.
Tres años de ejercicios sin resultados.
De dolor sin explicación.
De escuchar: «eso ya es psicológico».
Y durante tres años, fui alumno de esta muleta.
Aprendí que hay mejoras que no se notan al principio.
Que repetir sin ver avances también es avanzar.
Que a veces no falla el cuerpo, falla el enfoque.
Probé cosas. Cambié rutinas. Me hice preguntas nuevas.
Y una de esas preguntas me llevó a otro médico.
Uno que me escuchó distinto. Que miró distinto.
Y ahí empezó mi verdadera recuperación.
Años después, volví a la misma clínica.
Pero esta vez, sin muleta.
Y con un porfolio de traducción.
Pedí hacer prácticas de traducción médica.
Y ahí entendí otra cosa:
Que el lenguaje también puede doler.
Que una palabra mal elegida puede herir más que una caída.
Y que comunicar bien es, muchas veces, ayudar a sanar.
Hoy soy traductor autónomo.
Y la vida se parece mucho al gimnasio:
Repites correos, propuestas, proyectos…
y muchas veces no pasa nada.
Pero yo ya aprendí.
Que la mejora no siempre se ve.
Que resistir al «no» también es parte del proceso.
Y aunque hoy camino sin muleta…
A veces la saco del armario. La miro. Y recuerdo.
Que sigo siendo un aprendiz de cicatriz.
Y que en esto de traducir —como en curarse—
todo empieza con insistir.
Y como dice Xosé, soy un memo que,
gracias a esta muleta, hoy puede vivir
muy bien de la traducción.